No es que la barra sea un hombre
pero es a lo más que se parece
No fue para reyes sentados
en grandes mesas construida
Cierta hora de los bares
nos recuerdan caballos atados a una cerca
y bohemios de piernas colgantes
simulan jinetes que se hablan desde adentro
Tras la barra alguien atiende poetas
seca las copas y atiende como padre
como un hermano distante
pero que al mismo tiempo es querido
sin ese porqué innecesario que aquí no importa
En otras circunstancias nuestra barra
es sólo madero leño apoyo de la mano
que frena las caídas de un rostro
el nuestro tal vez
donde cualquiera sin esperanzas
se detiene para tomarse una sonrisa