Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy.
Deuteronomio 6,6
Te miro silente, te observo impaciente,
Tus ojos brillantes, lucen relucientes,
Te pienso consciente, siempre inteligente,
Extraño tu risa, esa que me mima,
Dulzura infinita, con ella me animas.
Solo por las tardes, diviso un lucero,
Triste en mi agonía, razono un deseo,
Beldad fascinante, vives en mis sueños,
Caminas distante, por todo el sendero,
Luces deslumbrante, hermoso destello.
Vives en mi mente, en todo momento,
Acaricias mi alma, deleite certero,
Escucho tu voz, exaltante insistiendo,
Sacudes mi esencia, debes suponerlo,
Abrazas mi vida, te dejo yo hacerlo.
La noche se acerca, te busco con miedo,
No veo tu figura, ya todo está negro,
Flagelas mi alma, apasionada por ello,
Disfruto el castigo, dolor placentero,
Ondina divina, designio sincero.
Alegras mi día, cuándo yo te veo,
Todas las mañana, despierto y te pienso,
Diva fascinante, amor de mis sueños,
Quisiera abrazarte, por siempre teneros,
Oler tu frescura, noble mi deseo.
El tiempo ya pasa, sigues insistiendo,
Te sigo pensando, pienso que te quiero,
Amada distante, eres mi consuelo,
Por siempre tenerte, juro que no miento,
Belleza infinita, sabes que te anhelo.
Rafael Antonio Panamá Sánchez