Ivan martinez

Son mis manos ondas de humo

 

 

 

 

 

 

Son mis manos ondas de humo

sondeando irrealidades de carne,

maniobrando hileras de árboles

entre conciertos de grillos y luciérnagas.

 

Ya te vi con esos ojos celestiales

caídos de un cielo oscuro,

espiándome por esas rendijas

donde escapa esta imagen silente.

 

Cansado de este cuerpo pesado

de nervios la única guarida es mi mente,

hundida en círculos de ríos sin muerte,

de ciclos pendiendo

ardiendo bajo faldas;

respirando latidos tras tu espalda...

 

Allí vuelvo a ser nadie

en el disimulo de la corriente

que no sabe si me lleva o trae:

quejidos, alaridos;

sonidos de jilgueros inmortales.

 

Y he de ser vejes,

nitidez de bosques tropicales,

cruzándome entre palmas

en la fluidez de venas al alma;

puedo llegar a ser bullicio o calma…

 

Lo que tu pidas habrá de hacerse:

castillos de espuma volando sobre el mar

tan suaves y ligeros,

bellos y fuertes como acero.

 

Y alzo mi grito deletreando tu existencia

con estas señales amordazando labios,

es tan grueso este lamento

que me invita a cada tarde un trago.

 

De ese vino que no vino para saciarse

la resequedad que en la energía me invade,

solo inflama las células permeables

alucinando encrucijada sin movimientos;

acciones que se anticipan al tiempo.