Una vida enamorada
Muere el que pierde su amor,
o más bien vive sin vida,
muere el que no halla salida
y el que se rinde al dolor.
Muere el que piensa en la flor
por su espina, no por bella,
y ni en el charco la estrella
descubre por ir llorando,
muere en vez de ir navegando
quien se ahoga con su querella.
En cambio el que entrega el alma
llega agotado a la orilla,
llora, extraña, hasta se humilla,
pero no pierde su calma.
Y es que la vida es su palma,
la verdad, la fortaleza,
la fe de que nunca cesa
la esperanza para el hombre
y el gusto de dar su nombre
en aras de la belleza.
Alguno dirá si callo
no me arriesgo a los dolores,
pero tampoco hay amores
para el servil y el lacayo.
Alguno no es trueno o rayo,
pero sus cielos ofrece
y así se siente que crece
al ofrendar sus estrellas,
alguno se fue en sus huellas,
pero en surco permanece.
Y es cierto, todo termina:
la fiesta, el día, la hoguera,
la pasión de quien te quiera,
la ruta de quien camina.
Y es cierto, poco germina
a veces de tanta tierra,
es más el odio que encierra,
es más la espina y la zarza,
pero el resto es todo farsa
si el amor no da su guerra.
Por eso a amar y a vivir
y a perder en ello el sueño,
la voluntad y el empeño,
la vergüenza y el sufrir.
Nada es fácil y hay que abrir
los brazos sin miedo a nada,
que una vida bien jugada
es lo que el hombre merece,
más quien se arriesga y se ofrece
a una vida enamorada.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
13 10 14