Perozo rivero Miguel Oswaldo

CON UN NO SÉ QUÉ DE VALLENATO...

CON UN NO SÉ QUÉ DE VALLENATO…Miguel Oswaldo Perozo R. 

“…allí todo era luz, gritos, alegría, tumulto; éstos gastaban, aquellos ganaban, unos se colgaban a las faldas de sus madres para obtener alguna barrita de dulce, o se subían sobre los hombros de sus padres, para ver a un escamoteador resplandeciente como un Dios. Y doquiera circulaba, dominado por todos los perfumes, un olor de grito que era como el incienso de aquella fiesta…”.
Charles Baudelaire

Cuando “los sabios” anunciaban el fin de la modernidad y el mundo irreverente continuaba su alocada carrera hacia cualquier destino, otras voces, clamando en el desierto, advertían sobre el recalentamiento de los mares, la desintegración de los polos y el cambio climático global. Cada detalle fue registrado con la minúscula precisión del relojero; nada pasó inadvertido: ni la pederastia que sacudió las simientes de la Iglesia, último reducto de la fe, ni las potencias económicas y militares del planeta, que apuntan los pueblos inermes con ojivas nucleares. Y todo tendría después un no sé que de Vallenato…

La publicidad avasalladora que nos cambia el olfato y trastoca los sentidos, los titulares de una criminalidad desbordada, el suicidio; las madres solteras, el “hombre embarazado\", la moda, y el mundo gay, tienen también un no sé qué de Vallenato…

El individuo impenitente, solitario y cornudo; la actriz de cine o de la tele, reina de belleza, ebria o adicta; vedette, monja o prostituta, tienen un no sé que de Vallenato…

Nos parecemos todos: el niño famélico que duerme en las alcantarillas, “el recoge latas” de las carreteras, el ladrón y el astronauta; el rico, el pobre y el banquero, el alentado y el enfermo, los muertos y sus sepultureros, el militar y el curandero; todos, absolutamente todos, en el duro e fragor de esta contienda, llevamos un no sé qué de Vallenato…

-¿Cómo se relaciona un cuadro tan desolador y personajes tan disímiles, con la canta de un pueblo reposado en los recónditos confines de nuestro Continente, orillado en los ríos torrentosos que bañan el Valle de  Upar?-

No resulta fácil encontrar respuesta a semejante dilema. La más conspicua intelectualidad neogranadina lo ha explorado con los hierros académicos sin resultados aparentes. Maestros de la sociología, psicólogos y estadistas, antropólogos e historiadores exaltan el fenómeno y lo estudian, buscando inútilmente en las raíces del folclorísmo y sus autores, las razones que le imprimen a este ritmo monótono, la carga melancólica con la que ha traspasado las fronteras de Colombia para adueñarse de los espacios públicos, en cualquier ciudad del mundo, a cualquier hora y bajo cualquier pretexto.

Tal vez la explicación más acertada, al margen de la melancolía que abruma este híbrido afro-caribeño, nos lo defina como el producto de una cultura epocal  expresada en términos mercantiles, con la misma ferocidad de los mercados que de suyo, tienen también un no sé qué Vallenato…

miosperi @ hot mail, com.