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Quien te podrá corazón apañar,
Herido de muerte te has quedado.
Tus lágrimas debes enjugar,
Con este pañuelo de papel ajado.
Como te puede doler tanto, lo que duele,
Si no conociste placer, del bien querido.
Como puedes amar lo que no tienes,
Y llorar por pensar que lo has perdido
Razón que te engaña el pensamiento,
De eternas soledades que desbastan.
Procurando de tu alma, el alimento,
Alimentos que la nutren, y te matan.
Ya tu sueño se apodera de lo efímero,
Y plácido descansas tu egoísmo.
Remedio, la noche tu placebo
Curará la herida de ti mismo.
j.h.