Naciste con hambre, con frío y sin lecho;
nadie jamás te dió la razón;
te esforzaste buscando el camino derecho
y poniendo a la vida sazón.
De la calle hiciste, tu casa, tu techo
y de la soledad el pan de cada día;
la vida fue injusta, un monstruo al acecho
y aprendiste a gritar "REBELDÍA".
La necesidad te obligó a ser fugitivo
te negaste a "encajar" en la sociedad;
más de toda patraña saliste altivo
por tu orgullo, tu vida; no hay otra verdad.
Te enfrentaste al mundo, lo haces aún
tirando la piedra, con el martillo y la oz
no hay quien te detenga, ni habrá ataúd
que calme tus ansias, que corte tu voz.