¡Oh! Madre hoy sentí tu sufrir, tus dulces lágrimas mojaron mi pequeño ser.
Tu soplar refresco este rostro ajeno, vi tu pena en mi; soportar tu aroma que hemos logrado perturbar.
Tus lozanos cabellos verdes hemos logrado extinguir, la terrenal calvicie entristece mi por venir.
Tus amplios senos los cuales no logro divisar, los siento partir, los veo invadir por esta lacra de tu criar.
Tus bellos hijos he de amar, amor el cual he de devorar.
Tus heridas sangran materiales inertes, objetos de vano valor, tus heridas son mortales que no logran finalmente cerrar, los gusanos mecánicos que te logran devorar no sientes la pena de tu existir.
La pena me invade, siento tu insoportable dolor de ver a tu hijo mayor ser tu perdición; ves a tus hijos morir a manos de tu propia creación.
No madre, no sientas amor por los que no te logran divisar con esos ojos de poca amabilidad.
Madre la extinción seria un alivio para mi ser.
¡Oh!, Madre perdona mi existir, perdona mi brutal humanidad, comparto contigo el sufrir de estar consiente ante tanta bestialidad.
¡Adiós mi madre no te veré más!