No te extrañes si algunas veces,
en la mirada de cualquier hombre
mis ojos te aparecen...
No te extrañe nada
que creas escuchar mi voz,
diciendo tu nombre
en la madrugada...
No te extrañes si no puedes olvidarme;
tú me quitaste de tu vida,
pero yo ¡jamás te prometí marcharme!
Y, para recordarme
son mis cómplices: El aire,
los bancos de las plazas,
las flores y las aves...
Ellos me llevarán a tu memoria
en el momento menos esperado,
te acosarán cuando estés sola
y te acompañarán
cuando camines por las calles
que juntos caminamos en el pasado.
No sabías lo que hacías...
cuánto valía para ti,
qué significaba en tu vida;
yo sí lo sabía...
Fui tu mejor oportunidad
¡lamentablemente perdida!
No podrás amarme...
pero tampoco olvidarme... ¡no podrás!
Seré una abierta y sangrante herida
que ¡para siempre te acompañará!
No te extrañes de esto... querida.