jose antonio hernandez r.

INSTINTO

Cuando dormías, acurrucada en el cálido nido,
Mis ojos escaparon hacia ti,
Recorriendo lentamente tu esbeltez.

Midieron tu diminuto pié,
La curva ondulante de pantorrilla habitada,
Continuaron su ascenso hasta tus muslos nacarados
Donde un innombrable día osé poner mi mano
En busca del sendero secreto.

Recordé promesas vanas, noches de desvelo,
Y muchos amaneceres que nos sorprendieron
En nuestra ruta al éxtasis.

El escandaloso silencio de tu ombligo me llevó
A regiones de mi memoria donde habitan agazapados
Los recuerdos de nuestra primera unión.

No pude contener mi pasión intemporal,
Mi diestra buscó tu centro,
Pronto nuestros instintos, siempre atentos a los deseos
Se percataron de lo que sucedía.

Abriste las columnas, invitándome a penetrar
El embriagador jardín donde dormitan las madreselvas
Esperando el próximo otoño.

El amanecer nos perseguía
Desde la penúltima curva de la pasión.
Exhaustos nos tendimos sobre el lecho,
Hasta donde velozmente llegó el primer
Rayo de sol, invitándonos a continuar la
impúdica faena.

 

José Antonio Hernández R.

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