A ti, querida amiga, que en la distancia me recuerdas,
quizás con una copa de vino en tu mano o degustando un trozo de chocolate.
A ti, querida confidente, guardiana celosa de mis secretos.
A ti, que me quieres, respetas y aceptas tal y como soy.
A ti quiero dedicarte este dulce verso.
Dios, a través de tus manos, actúa,
aliviando el sufrimiento humano,
luchando por mantener, el mal, lejano,
en tu cercanía y sencillez él se sitúa.
No el Dios encerrado en las iglesias,
sino el que acompaña el vivir cotidiano,
que ayudó al prójimo, el samaritano,
sin importar color, raza o creencias.
Persona sencilla, humilde y trabajadora,
luchadora y de su futuro forjadora,
amante de la vida, realista y soñadora.
Orgulloso de ti, amiga, me siento,
porque eres libre y fuerte cual viento
para ti todo mi cariño, amor y sustento.