El renegado
Se acabó la poesía, desde hoy digo
que vamos a llorar como dios manda,
sin ángel ni pañuelo ni futuro,
así como en la última mirada,
atentos al espacio que se deja
cuando el cuerpo se vuelve polvo o nata,
cuando los sueños van sin sitio en las callejas
de pueblos y ciudades sin mortajas,
no más papeles grises cuando duela,
tan sólo incendio, fuego eterno, viva llama,
no más el suspirar de los ocasos,
se cierra este negocio de la farsa,
la vida es un derrumbe sempiterno,
lo que está sobre tus ojos va y te aplasta,
el sol con sus cadenas de oraciones,
la nube que de pronto te echa su agua,
así es que a disparar a todas partes,
ni un pájaro ni un libro entre las alas,
mordaza a la hoja seca en el otoño,
desdén a lo que tejen las arañas,
tan sólo un buen vivir, recto, sin ruido
y que del caos propio nada salga,
ni el rictus de la duda sempiterna,
ni el gesto de la gentil esperanza,
es todo un aguantar? Voy aguantando.
No vengan a pedirme mayor gracia.
Así, cuando la noche me libere,
cuando entre las tinieblas no halle nada,
podré vengarme en sombras de mi mismo,
sin versos lloraré, y esta es mi última palabra.
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