Ya no tengo musa ni tengo inspiración,
ya no siento nada ni frio, ni calor, ni matices,
ya no escucho campanadas a lo lejos,
me hace falta ese conjunto de emociones,
ese torbellino de melodías acordadas
que se entre enlazan para formar una tonada
agitando así mi frágil alma, haciendo florecer,
algo del interior que es efervescente y erupción,
fluye en una corriente agitada
va en caída pero al mismo tiempo se eleva,
se emerge y se sumerge desde el interior del alma,
mantiene todo en silencio y grita ensordecedoramente.
Es el fruto de mi inspiración
y lo que realmente me hace falta.