Desterrados ¡oh Dios!, de nuestros lares,
lloremos duelo tanto:
¿quién calmará ¡oh España!, tus pesares?,
¿quién secará tu llanto?
José de Espronceda
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¡Cuídate España de tu propia España!
que a punto de llegar el invierno frío
la rapiña dañará tu desvarío
para arrancar sin permiso tus entrañas.
Usarán, tú indecisa, esa maraña,
para introducir sobre tu cuerpo herido
un puñal con virulencia y con tal saña
que a tu corazón quieren dejar partido.
Cuídate del inocente que es verdugo,
que te mira de perfil, nunca de frente
y a su convite te invita persistente.
Sólo someterte ansían a su yugo
y sacarte las entrañas de tu vientre
¡ánimo España, enfréntate al presente!
pues tus hijos, aunque sea doloridos,
no olvidarán las batallas que has sufrido
y lucharán y vencerán, pais doliente.