Revuelco mi lengua
en la magnitud volcánica
que exhala tu aliento…
Disuelvo
en el resplandor sangrante
de tus notables creaciones,
que recrean el cenit de tu silencio…
El lirismo que te alcanza los cristales,
rueda por el fuego húmedo de mi respiro…
Te entrelazas a mis ojos y percibo tu universo
claro, puro, refrescante…
Y el polvo del tiempo
evaporando en la voz traslúcida de tu carne…
Te escucho,
aparto obstinada el eco oxidado del olvido,
la nube del rayo
y envuelta en sensaciones fulminantes
el paradisíaco relato arremete mi alma,
cursando la embriaguez del instante
entre mis labios…