Rondas los bordes
de la noche de fuego
donde los instantes
son latidos solares,
avanzas desnuda por ese camino
que se vuelve ceniza a tu paso,
con flamas oscuras
escurriendo en tu espalda
Entre tus manos
la lunas se enciende,
en tu mirada
el mar se evapora,
ardes en el ruido
que el silencio esconde,
ardes como la tarde en el desierto
que no se extingue en la memoria
Quimera que consume
mis párpados de cobre,
incendio en el pecho,
lava en las venas
que tenue agonía
exhala mi boca
Ardes mujer, ardes,
mujer de incandescente sombra,
ardes mujer en la medula
de ésta piedra viva,
que tímidamente
a diario te nombra…