Bienaventurados los que viven en la realidad
que la miran de frente
aquellos que la padecen desde sus trincheras
cuya mirada y sus palabras son
espadas de doble filo en la niebla.
Sus feroces brazos se agitan en los bosques
van cantando una épica melodía
sus corazones laten al ritmo del amor
sus ojos miran mundos por hacerse.
Mis héroes están más allá de las cosas, las traspasan
viven y vivirán en mis sueños, en la esperanza,
de que la realidad puede quebrase
en la seguridad de que los enemigos existen
y que al final serán vencidos.
Mis atalayas son de carne y hueso y dentro de ellos
llevan espíritu de sabiduría, armaduras, corazas.
Sufren con el sufrimiento de todos los seres
laten, con el tic tac de los siglos, cambian de piel
en la piel de todos los arrasados por las guerras
pasan hambre con los hambrientos
de universos destartalados, se humillan
con los humillados de las manos vacías.
son efímeros, pero su inmortalidad está
al orden del día, respiran rebeldía
sus corazones arden en la brasa del escarnio
en el fuego de la derrota
pero veo sus cenizas esparciéndose en el viento
llenando mis pulmones
de fisuras, de gritos y semillas.
Sus nombres penetran las calzadas y los puentes
los desiertos, los escombros y los palacios
se pronuncian en varias lenguas
están escritos en lo alto, juegan con las estrellas
los bajo cuando yo quiero
los traigo junto a mis costillas
no les dejo ir sin que me interroguen.