Sabía que algún día moriría,
pero no esperaba que fuera hoy.
Lo sé porque veo todo en tonos oscuros,
huéle al perfume de mi madre
y me siento como la primera vez que me enamoré.
Dicen que todos tus gustos ausentes,
vuelven el día de tu muerte.
Así que para irme de forma más placentera,
dejo estas letras para que tú las leas
y sepas que el último regalo que me otorgó Dios
fue tu mirada y un susurro que me durará toda la eternidad.