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Te escribo a ti, mujer de todos mis sueños
y de todas mis horas.
A ti mujer que me enseñaste a amar
sin proponértelo y sin saberlo.
Te escribo para no llorar hoy,
cuando sólo me acompaña tu recuerdo
y mi decisión de olvidarte de una vez y para siempre.
Te escribo para contarte que me cansé de amarte
y de abrazar a mi almohada en tu nombre.
Para contarte que ya no te quiero ver,
pues me alcanza con pensarte a cada instante.
Para pedirte que no existas
y me ayudes así a dejar en paz mi existencia.
He de inventar la medicina que me ayude a aliviarme de tu recuerdo.
Que me borre todos los momentos reales e imaginarios que viví contigo.
Que te borre de mi olfato y de las yemas de mis dedos.
He de olvidarte,
Es la promesa que le he hecho a mi cuerpo,
aunque tenga que entregarlo a otros vicios.