Es la madrugada.
Alrededor, mixtura de aires.
Tus ojos recuerdan viejos textos de sabidurìa.
No recuerdo haber amado asì.
Me acerco y sopla el viento
un arcano suave.
Tu voz queda rezagada frente a tu cuerpo
que se ofrece
y espera.
Afuera, los poseedores del dolor murmuran letanìas.
Vagos milagros en toneles de vidrio
esperan la palidez que adquieren los enfermos a su muerte.
No recuerdo haber amado asì.
Desnudo palabras atadas a tu cuello,
aquellas que no dijiste;
cavo trincheras en mi cuerpo
y
brota una alianza entre el vèrtigo y tu nombre
cuando solitario te siento partir.
Ahora irè en busca de apòstoles
que den al corazòn razones
de mi yo
deshabitado y sin anuncios.
Doblo mi corazòn sobre la mano.
Manejo nubes, las lluvias y los llantos.
Cae sobre los adoquines un viento noble y triste.
Unos perros ladran.
Yo camino hacia el apenas.
G.C.
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