Alejandrina

Noche de lluvia

 

Llueve intensamente, 

las nubes se desgranan

sobre las cuestas de esta ciudad

de escaleras y balcones marineros,

corre por las bajadas como perseguida

por entes y espectros infernales.

Sonora voz del trueno va despertando

la noche entumecida .

 

Llueve, llueve…

llueve sordamente,

el cielo parece una gruesa dama  

pariendo un enjambre de diamantes 

que corren a sumergirse bajo tierra.

Acecha gatos, derriba muros,

hiriendo laderas

desnuda la indignidad del vecindario,

cerro arriba  un amasijo de piedras y fonolas

huyen del relámpago certero.

 

Llueve como un llanto furioso

y en mi…se anega el viejo barro,

pacto de soledad y de tinieblas.

Llueve desde adentro;

cuando la niñez gotea en las tejuelas del lejano alero,

¡Goterones del sur, alhajas radiantes!

guardando en sus pequeñas campanas,

memoria, raíz, senderos de salmueras antiguas

reclamando mis mejillas.

 

Llueve a intervalos,

la luna viene a lavar sus blancas sábanas

a mis charcos dolorosos,

deambula la noche

como una abeja huérfana de colmenas,

huye a esconderse entre sus paños.

En esta noche tiznada de recuerdos,

qué lejos han quedado

el brocal de la noria

y su rito laico de agua en el tiesto,

el rechinar oscuro de las carretas

ya no danza en la espesa polvareda.

¡La aldaba de esos días, es una mano extraña!

 

El cielo de mi tierra puro y sereno,

he cambiado por un velo de sal sobre el océano.

En esta noche tan mía…soy apenas

un antiguo galeón encallado en las tinieblas.

 

Alejandrina