LUCIO ROBERTO RAMÍREZ GONZÁLEZ

EL ILUSTRE CABALLERO

La luz del día se apaga
la fortuna de la noche viene,
la mente ingresará en su reposo,
y los sueños se harán dueños de ella.

 

¿Será quizá una plebeya?,
¿será la cándida Dulcinea,
que sueña con grandes caballeros,
los que viajan sin saber a donde?.

 

¿Se enamorará de un conde?
¿la señora emperatriz de la Mancha?
¿humilde labradora del Toboso?
¿o musa de un guerrero en decadencia?

 

¡No necesito de su presencia!,
¡Sancho, arroja a la princesa a los perros!,
¡¿Tenemos tiempo?!, ¡Sancho!, no tenemos,
Marchamos lento para llegar pronto.

 

¡Deja de soñar, plebeyo tonto!!,
¿No ves que la princesa duerme el sueño?
Mientras nosotros .. ni nos ladra un perro,
ni queda pan en las sucias talegas.

 

¡No sueñes, Sancho, con jovenzuelas!!,
¿es que no ves clavadas en mis grebas
muelas del último perro que ladró?,
¿o los pueblos se han quedado sin canes?.

 

¡Saca ya tu espada y no te afanes,
por los asuntos que son de este mundo¡
No hagas tuyos los sueños de mujeres,
confundirás torres con caballeros.

 

¡Pon ojos en los senderos!,
¡Tiempo, Sancho, tiempo que nos falta!,
Muy cerca está ya nuestro destino,
deja a las princesas con sus sueños.

 

Que del mundo no somos dueños,
ni del burro que montamos,
ni del perro que nos ladra,
ni del tiempo … que no tenemos.