Nunca miró con detenimiento las flores de su jardín. Sus aromas y colores le eran totalmente indiferentes, hasta que un día, después de una tormenta contempló extasiado el arcoiris y éste se le desdibujó en el aire.
Al voltear su mirada al jardín, sintió la presencia policromada.
Desde ese día el jardín fue su arcoiris.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela