Raúl Daniel

Carta a papá

 

Están las horas de la ilusión, de la esperanza,

aún no se acuna, aún se lo lleva (al hijo) en la panza.

 

A todo hay tiempo... y todo pasa.

 

Están las horas de la alegría... de la inocencia

(aún no se peca), sólo se juega y piensa

que todo es lindo, mucho se besa y se abraza.

 

A todo hay tiempo... y todo pasa.

 

Llega el momento que es tan temido: la adolescencia,

con mucho gozo... y muchas lágrimas,

se forma el hombre (o la mujer), y en el crecer

¡qué bueno es todo si es que se tienen

papá y mamá (en la misma casa).

 

A todo hay tiempo... y todo pasa,

yo ya pasé, estoy de regreso...

tú bien lo sabes... y yo lo sé.

 

Muchos errores tiene la vida (hay que culparla),

los accidentes y las pasiones... las ignorancias,

nadie es perfecto, sólo intentamos, y hasta logramos

(a pesar nuestro) crear afectos... todo a su tiempo,

pero se pasa (lo mismo) esto...

Algunas veces tuve la suerte de agradecer,

otros se fueron (tíos y abuelos) y no lo pude: estaba lejos,

pero no quiero que me suceda, ¡no otra vez!

 

Papá querido: te amo mucho, y hoy que los años

pintan de blanco nuestras cabezas,

quiero que sepas cómo te extraño,

¡ahora es el tiempo!, quiero decirlo

(antes que pueda pasarnos algo).

 

Tú ya me diste lo que es mi herencia:

estudio, escuela y cosas buenas que hagan mis manos.

(Un día dijiste: -“Que estudie, pero

que aprenda algo, algún oficio, por si eso falla”).

 

Tú siempre diste mucho valor a lo que decías,

y me enseñaste que un hombre debe tener palabra,

valor, coraje, tenacidad (hombría no es sólo usar pantalones),

y, cuando llega (que todo llega) que hay que probarlo

(le llaman “la hora de la verdad”),

sólo la pasan los que han logrado la integridad.

 

Tú fuiste un hombre muy ordenado,

la disciplina fue tu virtud, y me mostraste la voluntad

(todo te copio, es mi legado)... ¡Gracias, papá!

 

... (en este suspenso estoy llorando)...

 

Cosas terribles nos han pasado,

y aún separado mucha distancia...

se va la vida, papá, y no alcanza

ya para nada...

 

Viajan Colones, cruzan océanos,

las nubes juegan con los luceros,

las aves migran, y ahora recuerdo

que el hombre puso su pie en el cielo

(fue en nuestro tiempo, en los sesenta...)

 

Saca la cuenta, querido viejo...

ahora te dejo (llegó el momento).