Piélago recogido en majestad,
¡cantad de gozo tu gracia y, tu esplín!,
lléname de tu voz sin mas edad,
que tus ojos llegando al fiel sinfín.
Déjame caer en la comunión
de besos capulí y, hazte alabanza
viva, en tanta mujer; ¡oh! monte Sión!,
¡oh! mi espiga de bien-aventuranza.
Quedóse meditando ante palmeras
que soñaban esquivas el ayer,
que cuelga del bordón, quiso llorar;
¡empero calla!, amor de primaveras,
los jirones bordados en tu ser
son de esmeraldas al final del mar.
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John Morales Arriola.