La tentadora esencia de tu verbo
exhala el aire como efluvio de estrellas,
que al elevarme con tu cuerpo
distorsiona mi silencio
con giro irremediable…
Los ojos poblados de suspiros
en las ventanas de la noche,
originan simétricos esbozos astrales…
El fuego carmesí que reparte;
con el que anudas mis venas,
me enseña el imperecedero temblor de mi carne,
ensoñación de mi lengua…
Me ahogo en el verso
que se hace diluvio en tu boca
y desnudo el poema
que ha de perderse en tu sombra…
Coronación inefable,
que surge de tu piel infinita
cuando comienzas a tocarme…