Cono un niño alegre y veleidoso
que juega con el sempiterno descenso
de la lluvia peliaguda, estulta
por ser màs agudas estas agujas.
Chocan con la punta de tus dedos.
Tiene frìo la curiosidad femenína
de arrasar recurrentemente mis nervios
con tus manos mojadas.
Mojadas por la lluvia de tu imaginación concéntrica.
Mojadas por la tormenta repetitiva y execrada
a caer constante después de frecuentar el cine
donde siempre reìas, llorabas y mirabas gente.
De un lado a otro, es divertido hablarte
de una pelicula que no conocemos
ni que yo mismo me puedo explicar
y afuera nos mojamos, quedamos empapados.