Caminé a tu lado ubicando tus pasos
y los contaba como contar estrellas.
No disimulé mi secreto escurriéndose
deliberadamente en nuestro espacio,
ni siquiera me detuve a pensar en mi desventura
cuando en segundos, el tonto secreto se mostró inservible.
Observé tu rostro una vez más con su gesto inigualable
con tu mirada exquisita como el alma.
Enlacé cada palabra tuya con las mías,
esas palabras que nunca fueron pronunciadas,
y supe entonces que debía guardar tu recuerdo.