¡Cuánto Cuesta una sonrisa
y la necedad que barato!,
en un tiempo donde la prisa
confunde al perro por gato;
haciéndote pasar mal rato
si no cambias de camisa,
y te pones la más sumisa o,
puede que pagues tu el pato.
¡Pobre aquel que su zapato
es la humildad lo que pisa!
Nos miramos de reojo
sin fiarnos del vecino,
vivimos en un rastrojo
donde no nace ni el pino;
somos un simple matojo
al que riega un adivino,
quien recoge los despojos
de nuestro insolidario camino.
¿Por qué al necio creemos
sabiendo que nos engaña,
y al humilde le ponemos
desinterés y cara extraña?
Joanmoypra