FLORENTINO II.-

!Que manera de comer, Dios mío!..

Y me fui al campo

para descansar de un stress que me estaba matando 

porque en el campo se come y se pasa muy bien;

allá todo es fresco, incluso los huasos.

  A veces se les pasa la mano al atender a los

parientes cuando vamos de visitas…

Lo primero que hacen

 es sacar una botella del buen vino chileno

y vamos probándolo.., !chitas que es bueno eh.,!

Pero una botella querido  amigo

una botella es casi nada…,y tomar solito el vino

 no es recomendable, dice la abuela,

hay que poner algo sólido en la guatita

para que las tripas no se ofendan,

entonces invitan a comer empanadas

de esas jugosas como le agradan a la abuela.

Ella está sentadita por allí

esperando que llegue su mamita

 y suplicar permiso

 para tomar una porción de vino,

en un garrafita entera, esas de cinco litros. ..

¡Buena pal vino…, salió la abuela ¡

 

Y.., llegó la hora del almuerzo

  un costillar de la vaquilla más gorda

 fue puesto sobre al mesa,

¡qué manera de comer la gente del campo!

  Las botellas..,

 salían como en desfile de modelos,

cada botella más rica que la anterior!..

Al rato llegaron los guitarreros,

con sus guitarras huasas, chorreando melodías

de nuestro campo chileno.

Los huasos engalanaos bailando cuecas

 con espuelas de plata,  sacaban chispas los bellacos

al momento del zapateo

 y la china arrancando,

 bueno,  parte del coqueteo.

La mamá de la abuela, ¡eh!,

coqueta como ninguna

se desplazaba en el baile

con un huaso bien planteado,

sacaba envidia a las mujeres

que observaban con la mensa boca abierta

la destreza que la viejita en la danza regalaba.

 

y.., llegó el momento de la despedida.

Que vamos a hacerle pues, pucha que da pena

 tener que volver a la ciudad a llenarse

  nuevamente de problemas….

 

Tres gallinas gordas

 me echaron en una canasta,

seis quesos de cabra, ¡dos kilos cada queso!..

y un trozo del costillar de aquella vaquilla hermosa

adobada con plantas aromáticas

sacadas de la tierra sureña, que tanto queremos.

Ellos, los dueños de casa,  dicen:

 no es tradición de sureños

dejar carne pá, mañana,

y el otro costillar ligerito

 fue tirado también a las brasas

porque la noche,

 la noche ya  se acercaba

y había que poner algo en el “buche”

antes de tener que  irse a la cama.

 

¡Chitas que lindo quedarse en el campo,

botar todo el stress y olvidarse

 del mañana!…

 

 

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Florentino Novoa Saavedra