Inhóspita, segura
triste y rencorosa.
Dora sola y preciosa,
necesaria, olorosa
con sus dientes perfectos.
Manos y brazos fuertes
que golpearon mi existencia pero
que acurrucaron y curaron junto con
sus lágrimas dolorosas.
Dora sencilla y sincera
dominante, inaccesible.
Única por ser madre y no amiga,
sanguíneamente rabiosa
pero madre al fin.
Sin olvidar recuerda y recuerda, no olvida.
Como el viento que se devuelve así devuelve
sus historias tristes adornándolas con un toque de rabia.
Dora, tú en mí
y yo en tu realidad,
Dora.