Nunca hablé de ti, ni siquiera te mencioné, o te escribí un poema, o una canción, tu nombre para mi es un tabú, una maldición, como si el solo pronunciarlo desencadenara algo en mi cuerpo que me dejara afectado durante días.
Nunca te escribí un poemas, no tenías esos ojos verde marihuana de aquel amor de verano, ni tampoco esas caderas hermosas de esa aventura del invierno. Lo nuestro es mas intimo, mas romántico, mas corporal, lo nuestro fue amor verdadero, pero no de esos que se compran en supermercados, lo nuestro nació sin querer, sin pensarlo y sin darnos cuenta. Fuimos amigos y amantes, fuimos mas que eso y a la misma vez fuimos nada, quisimos ser tanto que nos quedamos en nada.
Nunca hablé de ti, jamas le conté a la gente, la que ahora esta leyendo esto, como tus pestañas se movían suavemente al mirarme, como si bailaran independientes de tus ojos, esos ojos tan negros y hermosos, en los cuales me perdía cada día, cada noche, cada semana...
Nunca hablé de ti, ni les conté esa noche en que confesamos nuestros secretos, los tuyos tan dolorosos como los míos, y sin embargo, nuestra carga se aligeraba. Jamas les dije como caminabas, con esa forma alegre y divertida, que hacía que yo, amargado por los problemas de una vida material, me olvidara de todo y viera a tu alrededor un ancla a la que ir en busca de ayuda.
Tampoco les dije sobre aquella tarde de primavera, cuando tu, tan inocente, tan tímida, intentabas contarme que el amor empezaba a brotar en ti, que querías entenderme, que querías conocerme y conocer el sabor de mis besos, pero fuiste testigo de mi crueldad al confesarte que era otra quien me había conquistado. Y no les dije lo que muchos años después percibí tu mirada de tristeza y desconsuelo, pero como iban ellos a saberlo, si ni siquiera yo me di cuenta.
Jamas confesaré el secreto que aun guardamos, ese abrazo, esos susurros, esa plaza, en la que unas gotas y unas hamacas fueron testigos mudos de algo maravilloso.
Nunca hable de ti, ni siquiera les confesé que fui yo quien te aparto de mi lado, por idiota, por imprudente, por quererte demasiado. Y ahí estas, sigues con esa mirada de alegría, con esos ojos negros que evito mirar para no enamorarme de nuevo, con esa voz que odio escuchar porque es mi punto débil, con ese nombre que no quiero volver a oír jamas.
He besado a sirenas de ojos verdes, he estado con ángeles de cabellos claros, y no voy a ser hipócrita, a todas les juré amor eterno. Pero esta noche me confieso, de que jamas hablé de ti, porque si lo hubiera hecho, sería hablar de mi, revelar mis puntos débiles, y no puedo parecer débil ante los demás. Pero hoy me confieso, y admito, que cuando las noches son mas frías, o la felicidad me llena el corazón, tengo esa esperanza tonta de volver a ver tus ojos negros aparecer, y tu voz llamarme como solo tu supiste hacerlo... con amor.