Miraba gris la luz de aquella luna llena…
cuando inquieta esperaba la llegada de ella,
de repente una estrella aminoró mi pena
al dejar junto a mi la muñeca más bella.
Su risa cristalina iluminó mi vida…
sólo con ver su rostro todo es paz y alegría,
es tan grande la dicha que en mi pecho se anida
que no encuentro palabras que describan mi día.
Los años transcurridos fueron el fiel testigo
de aquel inmenso amor que yo le profesaba,
a la hermosa criatura que compartía conmigo
las noches y los días que con su amor llenaba.
Fue en una noche fría, oscura y tenebrosa
cuando mi Dios del cielo a ella se la llevó,
no por falta de cuido se marchitó la rosa
sino el tiempo de vida que su plazo venció.
Te fuiste cual llegaste sin luna que brillara
dejando mi rosal huérfano de fragancia.
Aún espero anhelante que la noche sea clara
para ver el sendero que esconde la distancia.
Fuiste maravillosa para ser de este mundo
lo supe desde siempre que te tenía prestada,
ahora que no estás siento un vacío profundo
donde sólo hay silencio en el alma callada.
María B Núñez