Soy el alma perdida de la triste prole, La aneurisma en la cabeza de los sin voz, que fue causada por los innumerables ataques impunes que a diario los mudos reciben sin esperanza de venganza.
Soy la rabia inédita de los solitarios, a quienes esta’, despierta por la madrugada, cuando algún ruido les hace creer que la maldita violencia ha llegado a tocarles la puerta.
Soy el stress de los inconsolables, que día a día ven caer la tierra que los vio nacer a un “salvaje oeste” Anarquía donde los niños andan drogados y armados perpetrando actos sin conciencia, derivados de las malas decisiones de terceros y cuando digo malas es porque son tomadas con total maldad, con alevosía y premeditación.
Soy la felicidad efímera de los ignorantes, quienes celebran las victorias de sus atacantes sin la más mínima idea que están siendo utilizados; O al menos eso creemos.
Quizá no soy nada de lo que he mencionado, pero si soy quien mira de frente todos los estados de ánimo de mi gente y por alguna extraña razón tengo la habilidad de identificarlos y sufrirlos.
En fin soy la fuerza naciente entre las masas, que a pesar de tanto dolor insoportable, ha decidido quedarse tolerando a todas las fuerzas de todos los colores, que no hacen más que atacarse a sí mismas y entre sí; Sin darse cuenta que atropellan a aquellos que les mantienen en ese poder, olvidando que estos atropellados son la fuente de su energía y la sangre que alimenta sus sentidos.
Soy el ciudadano promedio que paga las aventuras desvergonzadas de la diputación nacional y los regalos a las amantes enamoradas de la silla presidencial.
Soy El Salvadoreño, Guanaco por aguantador, pobre por trabajador, con una fama e inmortalidad indeseada y lastimosamente Globalizada.
¿Por quién? ¡La pregunta es necia!!
Al final: Soy la esperanza inagotable de la gente de fe, que quiere tener entre sus manos un país que entregarle a su descendencia, al menos eso: Un país…