A lo que vine a parar
con este maldito trato,
el que me obliga a llorar
sin decoro y sin recato.
Con los \"sesos\" suficientes
me anhelas, vil dominante,
que devore lo que mientes
a tal precio de diamante.
A toda costa me imploras
que me calle tus secretos,
que me maten esas horas
abundantes de tormentos.
Pues me suplicas que ignore
tus odiosas fantasías,
y que al mismo tiempo adore
tus farsantes tonterías.
Si me quieres de algún modo,
me deseas prostituta;
mas al verme entre tu \"todo\",
me procuras bien difunta.
Exigiéndome el respeto
de ese macho sin censura,
te acobardas ante el reto
de cuidarme con dulzura.
De mi sexo, tú demandas
la absoluta sumisión;
y a mi ingenio, presto mandas
que te libre de presión.
Sin hacerte responsable
de tu fallo y tu pereza,
esperas que siempre afable
te responda con presteza.
Mas, ¿qué digo a tus insultos
atestados de bajeza?
¿Que te rinda mil indultos
por tratarme con dureza?
¡Un varón quiero, y no un niño
que conmigo sexo quiera!
¡Sólo un hombre con cariño
que me dé... eso, yo, quisiera!
Autor: Daniel Mendoza