Raúl Daniel

Después viniste tú

 

Después viniste tú,

y me trajiste la alegría

que en el camino a la dicha

mi alma requería...

tú no eras tan hermosa

ni tan alta ni tan blanca,

pero sí muy cariñosa

(y en traicionar no pensabas).

 

Después viniste tú

(después de la tragedia),

de los días negros,

el dolor, la miseria...

tú trajiste contigo

tu sonrisa buena,

tus suaves caricias

y tu mirada tierna...

no tenías ese brillo

fulgurante en los ojos

que vuelve locos a los hombres,

pero tampoco

la idea del abandono

detrás de un velo rojo.

 

Después viniste tú,

cuando aún no era tarde,

pareciéndote un poco

a mi hermana y a mi madre,

y te quedaste a mi lado...

y te quedaste conmigo...

y me amaste sin reservas

¡y fui feliz contigo!