LA HIPOCRESÍA
Desde el vientre de tu madre
ya te sentías hipócrita
y te parieron torcido,
cual fingidor e idiota;
y ahora que esto padeces
no tienes vuelta de hoja,
te gusta sembrar el trigo
y meterlo en tus alforjas,
llevarlo a tus molinos
para hacer sabrosas tortas,
y también toda la harina
conquistada por tu glosa,
como el papagayo listo
o bien por la astuta cotorra,
que está muy bien enseñada
y nunca dice otra cosa,
sino decir lo que sabe
con esa estúpida boca,
tienes lengua de la bicha,
y astucia de la leona,
labrando tu necia astucia
y la trascienda que evocas,
y los que escuchan tus pasos
jamás han visto tu sombra,
que guardas contigo mismo
sabiendo que eres hipócrita,
y aún tratas de esquivarte
de la farsa y de la trola,
como ave de dos patas,
cuervo, garza y cotorra,
que velas por tus viandas
con tu falsa lengua rota,
pero al fin eres un bicho
que en tu silencio te enroscas.
A veces pareces hombre
mas otras la gran varona,
y te masticas mentiras
con tu escandalosa boca,
y esa lengua purulenta
que tanta baba te arroja,
por tu clandestina idea
que te consume y devora,
por conquistar tu objetivo
y llevarla a tu mazmorra
para ti hijo de Satán
que tienes la pata coja.