Fui el primero en despertarme
de la hipnosis del atardecer en Nicaragua.
Probablemente también haya sido el primero en notar
la primera estrella en tan despejado cielo;
las nubes ya no consumían el espacio de aquel lienzo
para el cual mi mente moldeaba figuras de otros tiempos,
y de juego en juego se gastan los minutos y yo sigo aquí esperando.
Sigo planeando mi cita perfecta con alguna figura nocturna,
y ya que el sol abandonó mi vista, ahora gozo de la luna y su nostalgía.
Veía como se desplaza tan delicadamente por el cielo
y como de ves en cuando se ocultaba entre las nubes
y para mi sorpresa al acabar su recorrido nocturno;
noto que no he dormido, ni siquiera me he movido
y aun sigo esperando con esmero
el próximo viaje nocturno
para que la noche vuelva a llenarme
con esa mi tristeza.