La secuencia inacabable
de tu figura incendiaria
se tatúa en mi aire…
Dulcemente
consigo la simetría perfecta,
fractaria,
para introducirme en el resplandor efervescente
de tu alma…
Asirme al bloque de tu carne,
trepando las colinas temblorosas de tu aliento;
sujetar el viento entre mis labios
y pronunciar profunda la plegaria del silencio…
La Noche nos va sembrando por dentro
sus estelares fragancias,
trasladándonos a la infinita estación de los sueños…
Los paisajes etéreos se vinculan con tus ojos
y deambulo el ámbito celeste
que exuberante ciernes sobre mi pensamiento tuyo…