En este preciso momento, un bus de Alsa me lleva de regreso a Madrid, al aeropuerto.
Los mismos quilómetros que me acercaban a ti, hoy se han vuelto en mi contra y, lentamente, sin ninguna compasión, me alejan.
Las horas que, con emoción creciente me acercaba a tu persona, ahora cruelmente te van alejando.
Regresar de nuevo.
Alejarme de nuevo.
De nuevo sentir ese sentimiento negativo, indescriptible. Un vacío existencial profundo. Un escalofrío constante en la boca del estómago, que me hace cerrar los ojos, arrancándome un profundo suspiro.
Tensión, dolor, temor, impotencia, tanta impotencia.
Ante lo imposible, lo sé, hay que simplemente aceptar. Si, simplemente aceptar...
Aferrarte a ese amor que se siente y que es correspondido.
Entrar en lo profundo de tu ser y agarrarte, con todas tus fuerzas, a la esperanza que aún queda. Una esperanza débil, como un pabilo vacilante, que continua a alumbrar mi frágil existencia.
Regreso a la rutina, que me recuerda, que no estamos juntos y a la vez, me prepara a nuestro próximo encuentro, que preparará el próximo y así sucesivamente, hasta que finalmente estemos juntos. Resistamos esta cruel mas inevitable prueba....