Dijiste: “Ven
A mi blando regazo
De joven carne
Para que vivas
Sin que dormido estés
Sueños de gloria”.
Te respondí:
“Espera…quiero ver
El resplandor.
La realidad
Envuelta en primavera
De luz esquiva”.
Volviste a hablar:
“Esperaré, bien mío,
Con la paciencia
De los milenios.
Sé que mis brazos de
Enamorada
Te cubrirán
Con prodigioso encanto
Hasta que al fin
Mi dulce espera,
Gratificada sea
Con tu calor”.
Te repetí,
Mujer de virtud llena:
“Espera el día
En que mi cuerpo
Sea flora de siempre
No luz dormida.