Cuando muere la tarde, en el crepúsculo de la noche
Ver el enrojecimiento del flamante sol, apagándose
Dejando sus destellos dorados, en la inmensidad del mar
Reflejos, como espejo, marcados como la vida misma
Sentados en las orillas, contemplamos tal belleza,
¡Tu cercanía junto a la mía, nos envuelven!
En los memorables sueños, de ensueños, que remueven,
Hasta los tuétanos, en la espesura de la noche,
Donde nacen las fantasías, de los amores vividos,
¡De tu entrega, mi entrega!
Tersos, nuestra ternura, diáfano, es nuestro delirio,
Impacientes, en el despertar de nuestra institución,
Insaciables, sedientos, en querer calmar nuestra sed,
Enramada de la enormidad, de este gran océano,
Fueron dando lugar a los sentimientos que se fueron
Forjándonos, como reflejo dorado en el mar.
Hemos vuelto a vivir, en el crepúsculo de la noche,
Hemos vuelto a sentir, al caer la tarde,
Hemos vuelto a ver, como reaparecen las pasiones,
Que sentimos a la orilla del mar.
Testigos, de nuestros deseos, que nos consume,
Unísonos, en la danza majestuosa del mar.
Quedan, nuestros cuerpos posesionados.
¡Cuando muere la tarde!
Iven Marino M.