La noche está silenciosa y huele a calma,
sólo escucho la lluvia acariciar la soledad
mi corazón está vacío de amor y seca mi alma,
por tanto llanto y suspiros con olor a falsedad.
Tus pasos se quedaron atrapados en la brisa
que arrulla mi cuerpo con ternura y libertad,
navegando en el tiempo se diluye la sonrisa
al recordar tu sombra envuelta en la oscuridad.
Hoy recogí los sueños dejados en la infancia
con memorias que aún me persiguen el paso,
bajo el cálido arrullo del mar y su fragancia,
me sumerjo en la bruma a la luz del ocaso.
No hay lumbre que derrita el frío acero
ni hojas de otoño que escondan la belleza,
no hay miradas que oculten un te quiero
ni lágrimas suficientes que borren la tristeza.
María B Núñez