La carta que hoy escribo,
no esperanzo en que la leas,
en el mar las olas crecen,
pero chocan con las piedras.
Tiempo intenso entre la fragua,
como espada nos forjamos,
con el agua nos templamos,
y en la piedra nos probamos.
Nuestra rosa de los vientos,
mostró un giro inesperado,
tu viraste el timón,
y olvidaste nuestro pacto.
En tormentas y en la niebla,
ante todo consultamos,
en los cielos las estrellas,
luego juntos avanzamos.
Esta vez solo asumí,
y calle ante tu acto,
ajuste muy bien las velas,
y rodeete con mis brazos.
Adelante la tormenta,
como robles la surcamos,
mas no fue la única prueba,
y aquel roble fue trozado.
Al final como piratas,
en la isla garabatos,
arrepentidos, desconsolados,
de haber jugado con nuestro barco
Ahora en mi balsa,
voy trabajando,
tengo otra nave,
yo no me rajo.
Ya tengo el sol,
el mar debajo,
solo me falta,
con quien surcarlo.