La sensible lluvia de esta oscura tarde,
arremete contra los cristales fríos
de nuestra olvidada vida.
La humedad de la perfumada hierba,
se arruga bajo las huellas
de nuestros ya cansados pies.
Y que decir de las gotas de agua,
que se funden entre la tierra
y la inmensidad del cielo.
Observo el halcón
que extiende sus majestuosas alas,
a través de las nubes
que se van vistiendo de negro.
Cerramos los ojos
y volamos con él...
Por los senderos verdes
y las brumosas tierras,
escapamos de los restos
que han quedado de la vida.
Verdades perdurables
que se desvelan en silencio.
Despliega tus alas y vuela
por encima de la lluvia.
Simplemente coge una brisa
y sigámosle a donde nos lleve.
Suelta todas las dudas,
los temores que has tenido.
El que vence a sus miedos, mi amor...
creo que siempre será fortalecido.
Abraza al halcón...
que vuela por encima de la borrasca.
Y en este vacío gigante
nos volveremos a encontrar de nuevo.
Hemos caminado
siempre juntos de la mano,
entre los laberintos que nos tejió la vida.
El árbol de nuestro jardín es alto y fuerte.
Hemos compartido los días oscuros y el amor que nos dimos,
pero también hemos sido felices en la pobreza que conocimos.
Y cuando nuestro tiempo en la tierra ya se haya pasado,
no pienses amor mío... que nos vamos ha dejar de lado.
Vamos a caminar juntos de la mano después de la muerte.
La lluvia lavara nuestra cruz clavada en la hierba,
pero el olor a madera de nuestro lecho prevalecerá para siempre.