Ella, mujer pura,
jamás tocada por nadie.
Su cuerpo, virgen,
hermosa estatua de marfil
creada por excelentísimos dedos,
rogaba por unos besos,
y unas pocas horas de placer
Arde el fuego en su pecho
y no lo puede detener,
hurga secretamente
su cuerpo hasta dar
con la gruta del placer.
Se detiene allí un momento,
sus instintos le dicen que hacer,
sube y baja con sus dedos
la montaña, y sucumbe ante
ese desconocido placer,
que es descubrir esa guarida,
y de orgásmicas sensaciones
se retuerce una y otra vez,
de febriles ganas, de tener
a un hombre, que la pueda complacer.
Ella desnuda, ante este
sueño, despojada de toda
sensatez, grita por la fiebre
que le provoca sentirse viva,
y libidinosa como toda mujer.
Quiere eternizar ese momento
que sea perenne esa felicidad,
y bañar de humedad su cuerpo
con su lascivica verdad.
Ella, mujer pura, odió
esa castidad, pensó en lo
que se había perdido al no
darle a un hombre una oportunidad.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R.
Derechos de autor.
Chile 2014.