¡Ay Dios mío, ay Dios mío!
que dolor siento en el pecho,
creo que me estoy muriendo,
mis ojos casi no miran
ni un solo paso dar puedo
es como si se nublara
la esperanza de mi anhelo,
parece que me clavaran
cuatro puñales de acero,
siento que ya no te veo,
siento que ya no te siento,
siento que toda la vida
se me escapa en un aliento,
un frío toma mis pies
se va metiendo en mis huesos
y trémulo de tormento
que causa mi desespero.
De repente estoy en pie
me rodea un resplandor
volteo hacia atrás y veo
lo que quedó del dolor,
un cuerpo que yace muerto,
unas personas sollozan
y una mujer que me abraza
fuerte y con la vida rota,
se abren las puertas de luz,
me recibe el Dios eterno,
junto a mis seres queridos,
los que partieron primero;
nacer nunca lo pedí,
vivir, nunca supe hacerlo,
al partir no me despedí,
en el cielo les espero.