Para mis amigos César Eduardo Quiroga S., Estela Mercado,
Mabel Brizuela y Lila Perrén, en República Argentina.
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Fue en una existencial
y forzada soledad.
Paseando por aquellas amplias calles,
desde la Casa de Sarmiento
a la Plaza Mayor
o al teatro. Cuando columbré tu tesoro
sobre las copas de los árboles.
Mi cámara falló,
pero mis ojos guardaron tus destellos
dentro de otras atmósferas,
para que pudiese narrar entre los míos
la bondad infinita
de sus gentes.
La hispanofiliación de Lila,
la invitación de Estela,
el baile de Mabel con Eduardo,
el hombre solidario
de esta y otras épocas,
que en un crisol de olvidada amistad
o de naciente amistad panibérica,
me contó sus lides infinitas
que le hablaron de Venezuela
Y de sus ocho estrellas.
Mi cámara falló.
Lo supe después.
Pero mis ojos guardaron los destellos,
para que llevara dentro de mí
la ciudad amarilla
que lavó la impronta
de mi llegada
a la nación plateada.
San Juan (Argentina). Otoño del año 2001.