Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.
Rubén Darío
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Y llovía y llovía, y tronaba y tronaba.
Y en esa tarde fría, nebulosa y sombría,
el silencio se ahogaba.
Y aquella plaza impía,
desierta sollozaba, ausente de alegría.
Las farolas yacían, mustias, desconsoladas.
¿A dónde vas Lucía con chupa y con abarcas?
La fuerza del destino ya ha inundado el camino,
lo ha convertido en charca.
Desde la torre erguida,
dormidas las campanas esperan deprimidas,
sueñan en sus guaridas de sombras las pisadas.
De pronto se ilumina y el cielo esconde el hacha.
Descorre las cortinas, relincha la neblina
y la luz se emborracha.
Y en esa tarde gris
de olor a remolacha, se percibe el barniz
y ya es tras ese tamiz que la noche se agacha.