A Dunken
Me han llegado noticias perfumadas
de un castillo germinado en el viento
que utilizaba para su sustento
rocas del campo y lluvia de las plazas.
Ansiaba el pan; retocaba palabras
dándolas a favor de nuestros ciegos,
quienes no veían a los carteros
al llegar a las chozas encimadas.
Candil de gota, susurro novicio
esmerilaba sus conversaciones
sobre la sal, las lomas y los vicios.
Mi castillo vivo, as de corazones
con picas de septiembre y natalicio,
me brotaba las manos de ilusiones.